¿Quién fue Rafael Altamira?

En la difícil tarea de resumir lo más destacado de D. Rafael Altamira y Crevea, me remito a la obra que en homenaje al mismo organiza y patrocina el Instituto de Estudios “Juan Gil-Albert” y la Diputación Provincial de Alicante en el año 1987.

En dicha obra se explica la vida de Rafael Altamira en distintas etapas:
  • I: Años de formación (1866-1886). Esta etapa la pasa mayormente en Alicante, y, en los últimos años, en Valencia, donde marcha a los 15 años a estudiar Derecho.
  • II: Madrid. La Institución Libre de Enseñanza (1886-1897). Rafael Altamira se traslada a Madrid para realizar el doctorado en Derecho bajo la dirección de Gumersindo de Azcárate, una de las personalidades de la Institución. De esta manera se con solida la integración de Altamira en la ILE, convirtiéndose en uno de sus hombres más activos. (33) . En esta etapa le interesa mucho la pedagogía, y desarrolla una valiosa labor en el Museo Pedagógico Nacional, institución destinada al fomento de los nuevos métodos y modelos didácticos. Altamira se abre a Europa buscando métodos, conocimientos, sistemas científicos que aplicar para la renovación cultural de España.
  • III: Oviedo. La Extensión Universitaria (1897-1908). Inspirado en modelos ingleses, era éste un intento de acercar la Universidad a la masa obrera que, entonces, carecía de de vías de acceso a la cultura. Esta interesante experiencia pronto fue imitada por otras Universidades españolas. (61) (73)
  • IV: Viaje a América (1909-1910). Esta etapa fue intensa, a la par que exitosa, pues cumplió con creces su cometido: renovar los contactos intelectuales entre España y América, entonces casi inexistentes. Su labor fue reconocida allí donde iba, y Altamira fue homenajeado y galardonado en numerosísimas ocasiones, tanto en América como en su regreso a España, incluyendo una calurosa recepción del rey Alfonso XIII. (89 – 90).

    Títulos otorgados:
  • Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales, honoris causa (Universidad Nacional de la Plata) – (98)
  • Presidente honorario del Congreso de Instituciones de educación popular, celebrado en Buenos Aires. (98 – 99).
  • Miembro Honorario de la Asociación Nacional del Profesorado (República Argentina) (100).
  • Miembro Honorario de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago (Chile) (107).
  • Miembro de “The Hispanic Society of America” (117)
  • Miembro de la “Massachusetts Historical Society” (117)
  • Medalla de plata de la Sociedad Hispánica de América (Hispanic Society of America) (116 – 117).
  • Presidente de Honor de la Asamblea de Maestros Públicos de la Habana. (118)
En Buenos Aires “dan su ilustre nombre a una de las principales avenidas del nuevo pueblo, así como al colegio de la villa” (103).
Destaca su llegada a Cuba, donde se escribió:
“Después del recibimiento dispensado a la “Nautilus”, no se recuerda aquí ningún otro como el tributado al Sr. Altamira. Se le esperaba con ansia, con vivísimo interés, como se debía esperar al que viene en nombre de la Patria a hacérnosla con su elocuencia más grande. (…) Se preparan en honor del Sr. Altamira grandes festejos. (…). (118).
Rafael Altamira regresó a España el 30 de marzo de 1910, donde se suceden las recepciones, homenajes y banquetes en su honor en Santander, Alicante, Madrid, etc.
Es nombrado hijo adoptivo de Villafranqueza, San Vicente, El Campello y San Juan. El Ayto de Alicante le da su nombre a una de las calles más céntricas de la ciudad, además de ofrecerle un homenaje que duró tres días, y le nombra Hijo Predilecto de la ciudad. En Madrid fue recibido por el Rey Alfonso XIII, quien le otorga el Título de Caballero Gran Cruz de la Orden de Alfonso XII, y en Oviedo se le da su nombre a una calle. (121 a 128).
  • V: Director General de Primera Enseñanza (1911-1913). En esta etapa Altamira introdujo numerosas novedades: mejoró la situación económica y profesional de los maestros; renovó la inspección técnica, a la que dotó, además, de un cuerpo femenino inexistente hasta ese instante; propugnó la escuela graduada allí donde fuera posible; se preocupó muy especialmente de las instalaciones materiales de las escuelas y de su dotación bibliográfica; reformó los estudios de magisterio… Pero las críticas por parte del conservadurismo y la presión de otros sectores movieron a Altamira a abandonar el cargo. (131).

    En 1912 obtiene plaza de Académico numerario de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. (148)

    En febrero de 1913 se inauguraron en la Sorbona las conferencias del Centro de Estudios Franco-hispánicos con una de Rafael Altamira sobre “Los últimos progresos de la enseñanza pública en España”, pronunciada en un fluido francés que sorprendió a los oyentes. (145).
  • VI: La Primera Guerra Mundial (1914-1918). Tras cesar como Director General de Primera Enseñanza fija su residencia en la capital y desde aquí proyecta su actividad durante estos años en que Europa sufre la gran guerra. (151)
  • VII: El Tribunal de La Haya (1919-1930). En este período de entreguerras se consolida el prestigio internacional de Rafael Altamira. En 1919 es nombrado árbitro en el Tribunal de Litigios Mineros de París, encargado de dirimir las disputas entre países europeos sobre las minas de Marruecos. Participa, como miembro, en el Comité de Juristas, o “de los Diez”, al que en 1920 el Consejo de la Sociedad de Naciones encomienda el proyecto de un Tribunal Permanente de Justicia Internacional. Como consecuencia de este trabajo Altamira es elegido Juez Permanente (uno de los Once) del mismo Tribunal en 1921, siendo reelegido para el mismo cargo en 1930, con derecho a permanecer hasta 1946. (173 – 174 – 180)

    A pesar de la enorme actividad derivada de este cargo, Altamira no abandona su cátedra de Madrid. El éxito alcanzado con sus trabajos le impulsa a iniciar la publicación de sus Obras Completas, mientras que varias de ellas son traducidas al inglés, francés, italiano y holandés.
    La dimensión internacional se completa mediante las clases que imparte en 1929 en la Sorbona sobre historia del pensamiento español, y la participación en varios congresos sobre educación e historia. (…)

    Las Universidades de Burdeos y París lo invisten doctor “honoris causa”; en España la Academia de la Historia lo acoge como miembro de número y desde América intelectuales e instituciones solicitan de él trabajos y orientación científica. (189 – 193)

    En abril de 1930 la Universidad de Cambridge le nombra doctor “honoris causa”. (193).
  • VIII: Pacifismo (1931-1936). Estos años son turbulentos en Europa. Los fascismos van cobrando fuerza. Tal vez por ello, y también por un firme convencimiento en la fuerza del derecho y de la ciencia, Altamira se empeña en modo especial en difundir ideas pacifistas. (…) Altamira se distingue ahora entre los historiadores europeos por la lucha a favor del pacifismo. (…) Sus trabajos en este sentido son reconocidos por un extenso grupo de intelectuales, quienes en 1933 proponen su nombre como candidato al premio Nobel de la Paz, galardón que, finalmente, no le fue concedido. (199 – 200 -209).

    El reconocimiento público a una tarea sobresaliente es cada vez más patente. La Universidad de Columbia, Nueva York, lo nombra doctor “honoris causa”, la Academia Checa de Ciencias, Literatura y Arte, lo hace uno de sus miembros y en su tierra natal recibe sendos homenajes: Alicante le concede la medalla de oro de la ciudad y Campello, además de otras manifestaciones de reconocimiento, le dedica una calle.
  • IX: Tiempo de guerra (1936 – 1944). El golpe de estado protagonizado por los militares en julio de 1936 sorprendió a Rafael Altamira en su residencia de vacaciones en Riaza (Segovia). (…) Con ciertas dificultades, y valiéndose de la inmunidad diplomática como juez internacional, abandonó España y se instaló en La Haya, donde el trabajo en el Tribunal de Justicia exigía su presencia. Asiste regularmente a sus sesiones de agosto de 1936 hasta abril de 1940, momento en que la ocupación de Holanda impide la actuación ordinaria del alto organismo de justicia. Los jueces se disgregan por lugares próximos a La Haya, en espera de un hipotético restablecimiento de la normalidad, y Rafael Altamira fija su residencia provisional en Bayona (Francia), con parte de su familia. La condición de juez internacional le impedía tomar partido, públicamente, respecto a los conflictos español y europeo.(…) En Bayona sufre penuria económica e intelectual.

    (….) Altamira se siente un vencido por la guerra y con amargura escribe en notas dispersas destinadas a sus memorias las pérdidas en todos los órdenes que experimenta y cómo se derrumba una gran porción de los ideales que habían constituido su vida. (*pág. 5)

    (…) Sus discípulos y amigos, sobre todo los americanos, gestionan su salida del conflictivo continente. En 1942 fracasa un plan en este sentido (…) pero en 1944 consiguieron trasladarlo a Lisboa. Allí reside durante varios meses, aprovechando para publicar un libro, Cartas de hombres, y realizar algunos trabajos sobre Derecho en la Universidad de Coimbra. La invitación de la Universidad neoyorquina de Columbia para impartir varios cursos es, finalmente, el argumento para abandonar Europa y la esperanza de resolver las dificultades de subsistencia. A finales de 1944 emprende viaje a América. Es el lugar definitivo de exilio. (219 – 220 – 230 – 231- 233).
  • X: Exilio en México (1945 – 1951). Un accidente fortuito sufrido en el viaje de Lisboa a Nueva York obligó a Rafael Altamira a renunciar a su intención de enseñar en universidades norteamericanas, decidiéndose por residir en México, donde se habían instalado sus hijas. El 25 de noviembre de 1944, en medio de una gran acogida por parte de la prensa local, llegó Altamira a México, invitado por la Secretaría de Instrucción Pública.

    Desde su residencia en los “Apartamentos Washington” de la capital federal no tardó en integrarse de lleno en la vida cultural mexicana y en los círculos constituidos por exiliados políticos españoles. Como en los viajes anteriores a América, menudean los homenajes y el reconocimiento al “sabio español”, tratamiento que suele tributarle la prensa mexicana. Y, como siempre, Altamira imparte cursos … y prosigue su actividad de escritor e investigador. (235 – 236).

    Los postreros meses de su vida quedaron colmados por la nominación, por segunda vez, al premio Nobel de la Paz, en 1951. A instancias de Isidro Fabela, juez mexicano en el Tribunal de La Haya, se logró un gran apoyo en este punto, suscrito por casi todas las universidades y entidades culturales americanas, varias europeas y norteamericanas, y muchísimas personalidades de la cultura. Altamira se contaba entre los favoritos al galardón, pero su muerte, el 1 de junio, lo hizo imposible. (257 – 258 – 259)

    Rafael Altamira fue enterrado en México, en el cementerio español. (260 – 261).

    [(239 – 240 – 245 )].

    [170 ð Hoja de servicios y méritos].

    (*) Su hundimiento quedó reflejado en el demoledor “Inventario de mis pérdidas económicas, intelectuales o morales, por causa de la Guerra Civil de España, que decía así:
I – Económicas:
  • Muy probablemente, mi casa de San Esteban de Pravia y la de Campello (Alicante) con sus muebles, cuadros, etc.
  • El dinero de mi cuenta corriente en Bancos españoles.
  • Probablemente también mis títulos de acciones y obligaciones depositados en bancos españoles. Unos, tal vez robados (a título de restitución social o cosa así) y otros reducidos a la nada por destrucción o supresión de la industria o del empréstito correspondiente.
  • A lo que parece (desde febrero no he cobrado nada de ello), mi sueldo pasivo, que me corresponde de derecho.
II – Intelectualmente:
  • Mi biblioteca de Campello (unos 10.000 volúmenes), gran parte de la cual había de ser distribuida, a mi muerte, a centros de enseñanza públicos y privados.
  • Mi biblioteca escogida de Madrid, con libros de Arte de gran valor y las de trabajo de mi cátedra.
  • Todos los legajos en que están distribuidas los materiales de todas mis Obras completas aún no publicadas, incluso los ejemplares anotados y ampliados de las primeras ediciones de mis libros.
  • Todos los documentos referentes a mi vida intelectual y a mis libros (Congresos, viajes, críticas de mis libros, academias, etc).
  • Todos los documentos de mis estudios y de mis servicios en la enseñanza.
  • Mi archivo de cartas, numeroso y muy importante por la calidad de las firmas.
  • Mis apuntes y recortes para libros nuevos y ediciones de los ya publicados, que no figuran en los legajos del nº 3.
  • La colección de diplomas, planos, medallas, etc…, resultantes de mis viajes, y premios académicos (algunos de oro).
  • Cuadros legados de Sorolla, Robles, San Pedro, Gili.
  • La colección de estampas, fotografías y grabados para el Álbum Histórico Español.
III – En otros órdenes espirituales
  • Mi optimismo.
  • Mi fe en la civilización y en el porvenir de mi pueblo.
  • La esperanza de pasar los últimos años de mi vida y morir en mi patria.